Apareció hoy en el diario crítica...
Historia
La escasez de programas humorísticos en la televisión y en la radio tiene su correlato en el kiosco. También hay pocas revistas de ese género. Y no es que los medios hayan perdido el sentido del humor, sino que quizá sus pretensiones humorísticas hayan teñido al resto de los contenidos, hasta la publicidad Nah! comparte la batea del humor gráfico con la revista Barcelona y, en el interior del país, de vez en cuando surgen algunos emprendimientos espasmódicos, como la celebrada revista Chochán que desde la Patagonia hace esfuerzos por sostenerse en sus destacados parámetros de calidad. Lejos han quedado títulos emblemáticos como Humor de Andrés Cascioli y la cordobesa Hortensia. Ya no hay interés por el humor en los sellos editoriales de envergadura. El último intento lo hizo Perfil con El Cacerolazo, que duró menos que los caceroleros de 2002. Ahora las revistas de humor –sólidas, endebles e incipientes– se refugian en la independencia y la austeridad que les provee la web.
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