A la tarde el corderito empezaba a desaparecer y las sombras de las sierras se alargaban.
Elio PEREYRA, con la mente puesta en la parrilla.
Elio PEREYRA, con la mente puesta en la parrilla.
Cerca de lo que queda del puesto, encontré unas botellas de diferentes bebidas alcohólicas. Me preguntaba si las había consumido mi abuelo, mis tíos o simplemente era el índice de los pescadores de truchas que se refugiaban en la noche. Igual yo me guardé una de Ginebra Bols (botella marrón) como queriéndome traer un pedazo del pasado reflejado en ese vidrio sucio.
Las huellas del sacrificio de mis abuelos en construir esa casa tan alejada pero rodeada de un paisaje de ensueños.
Mi hermano Ariel, lustrando una manzana del viejo árbol.
Luego de una calurosa jornada, acompañada de una larga charla, llegó el momento de armar campamento.
Marcela y Ariel.
Decidimos armar en campamento lejos de lo que queda de las construcciones, debido a la añeja arboleda. La cañada con las vizcacheras, mirando hacia el arroyo nos pareció el mejor lugar.
Marcela, Ariel y "Tachi".
Vista de las carpas desde el portillo que conduce hacia el arroyo.
Don "Quico" PEREYRA enseguida sacó una taba de sus alforjas y se abrió el juego.
Mi hermana "Tachi" también se animó a probar suerte.
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